Carolina Pérez Stephens, educadora de párvulos de la Universidad Católica de Chile y Máster en Educación de la Universidad de Harvard, quien acaba de publicar su libro “Secuestrados por las Pantallas, Una adicción en niños, niñas y adolescentes” (Editorial Zig-Zag), Los riesgos de una generación hiperconectada.
“El niño se da cuenta que ese tablet o teléfono le da una sensación de placer inigualable. Después, si va a jugar a la pelota, se aburre; si la mamá le dice: “vamos a la plaza”, le da lata. Estamos frente a una generación con anedonia: nada le da placer, solo le da placer tener el celular en la mano o la tablet o estar frente al computador. ¿Eso es lo que queremos para nuestros niños?”
La adicción a las pantallas puede pasar a cualquier edad: si tu hijo deja de hacer las cosas que le gustaban y que hacía que le brillaran los ojitos y ahora solamente pide pantalla.
En mis charlas presenciales, veo ojitos brillantes hasta los 11 años. A partir de los 12, llegan con sus ojitos tristes, no se les iluminan y eso es grave. Porque uno quiere que los hijos se quieran comer el mundo en unos años más, que a los 18 años quieran ir de mochileo a recorrer el planeta. Y los ojitos que dejaron de brillar a los 12 años son los mismos que a los 18 años no quieren hacer nada con su vida.